17 junio 2006

Cuentos sufíes para pensar


Después de varios días ausentes, me veo aclamado entre los lectores a seguir escribiendo. Me enorgullece saberlo y aprovechando estas líneas agradezco a todos aquellos que me siguen apoyando. Para hoy, no tengo mucho que contar, pero sí os replicaré una pequeña recopilación de Cuentos Sufíes de Idries Shah, que dan mucho para pensar.

Dicen los sufíes que el proceso de aprendizaje se asemeja a la costura con hilo y aguja. Estos cuentos no es mas que una aguja. El hilo eres tú. ¿De qué servirían todas las agujas del mundo si no existieran los hilos que cosen el conocimiento, el desarrollo y la sabiduria?. ¿De que servirian cientos de miles de maestros y de libros y de imagenes si no existieran aquellos dispuestos a transformar un dato, una palabra o una idea en acciones, pensamientos y emociones capaces de cambiar el mundo interior y el entorno?

Una aguja sin hilo solo puede hacer agujeros. Porque el ganchillo empuja pero no hilvana. la punta marca el camino pero no lo sujeta, señala pero no lo alcanza.

Estos cuentos estan construidos con palabras que intentan saltarse el filtro intelectual del oyente para llegar a lo más íntimo y esencial de su ser, donde mucho suponemos se encuentran todas las verdades que buscamos inútilmente con nuestra inteligencia abstracta.

La metáfora es la contribución del hemisferio cerebral derecho a la capacidad intelectual del hemisferio izquierdo, como dice Leonard Shlain, y la construcción más acabada de la metáfora es el cuento.

En cada cuento se crea una realidad propia que suma la secuencia narrativa lógica expresada en palabras y por lo tanto captada por el hemisferio dominante; el contenido metafórico creado por el arte literario sólo puede decodificarlo el hemisferio cerebral opuesto, que lo expresa en la emoción disparada en el lector abierto a vivenciarla. De este modo, ambos hemisferios del cerebro contribuyen a la comprensión del significado de los cuentos, cuestinando el sentido de nuestra propia identidad y de nuestra manera habitual de ser en el mundo o, por el contrariio, confirmando que somos nosotros mismos y dando un nuevo signifcado a nuestra existencia. Esto explica la atracción que ejercen los relatos, y la aceptación de que gozan entre personas de diferentes edades, culturas y estilos. Así, se podría decir que actúan a nivel consciente e inconsciente, transmitiendo su “mensaje” de forma directa e indirecta.

Para no extenderme mas, aquí os dejo una serie de cuentos para pensar, libre de interpretarlos y que cada uno busque en ella lo que busca ... espero vuestros comentarios.

SENDAS DIFERENTES
-Tú eres un gran místico- le dijo a Nasrudín uno de sus pupilos-, y sin duda sabrás por qué los hombres siguen sendas diferentes a lo largo de su vida, en vez de seguir todos una única senda.
-Sencillo-contestó su maestro-. Si todo el mundo siguiera la misma senda, todos acabaríamos en el mismo lugar; el mundo, perdido el equilibrio, se inclinaría, y todos nos caeríamos al océano.

NO PUEDO SER RECONSTRUIDO
Nasrudín cabalgaba a través de la comarca cuando se declaró un incendio en el bosque. Mientras las aldeas estaban siendo consumidas por el fuego a diestro y siniestro del camino, Nasrudín seguía cabalgando tranquilamente, repitiendo:
-¡Gracias Alá, Gracias a Alá!
-¿Cómo puedes dar gracias a Alá cuando todo a tu alrededor, todas nuestras posesiones, casas y campos se están reduciendo a cenizas?- se lamentaba una anciana que huía de las llamas.
-las posesiones pueden ser sustituidas. las casas se pueden reconstruir y los campos se pueden volver a plantar. Doy gracias a Alá por mantener tranquilo a mi asno. Si se asustara, podría tirarme al suelo y pisotearme bajo sus patas, y, a diferencia de una casa, yo no puedo ser reconstruido.

CONOCIMIENTO TEORICO
Nasrudín estaba deseoso de ofrecer a sus dos hijos una educación decente. Con esta idea en la cabeza, los envió a la sede suprema del saber en el país para que fueran educados.
Cuando, años más tarde, volvieron los hijos como filósofos hechos y derechos, decidió probar sus conocimientos.
- Coged esta silla y ponedla sobre mi burro – dijo a los universitarios.
En vez de realizar esta simple tarea, los filósofos se sentaron y empezaron a discutir el problema desde todos los ángulos. Al anochecer, todavía no habían conseguido llegar a una decisión.
- ¡Justo lo que pensaba! – dijo su desalentado padre -. Todo este conocimiento teórico os hace tan inteligentes como mi burro.

DOS BABUCHAS MÁS
El burro de Nasrudín murió finalmente de vejez y el mulá se vio obligado a caminar de lugar en lugar. Un día, entraba andando en la ciudad cuando encontró una herradura en el camino. Se la metió en el bolsillo y siguió su camino. Unos pasos más adelante encontró otra herradura.
Estaba encantado.
-¡A este ritmo, tendré un burro entero a la puesta de sol!