18 febrero 2007

Fin de San Valetín

Mucho se ha hablado del día de San Valentín y muy poco de sus efectos posteriores. No conocemos cifras pero, por lo que tengo entendido, podemos intuir que la semana posterior a San Valentín es la del desencanto. Es una fecha que supone una prueba de amor y no todas las parejas son capaces de pasarla.
Decir te quiero —hablar de amor— alude implícitamente al compromiso. Si ya es difícil sincronizar los relojes del deseo entre las parejas, sincronizar los de la pasión amorosa parece aún más complicado. Las expectativas, necesidades y deseos de cada uno pueden ser diametralmente opuestos; y esta disparidad puede volverse obvia en San Valentín. Las relaciones incipientes parece que tienen que pasar una difícil revalida: ¿Se me declarará? ¿Debemos celebrarlo, o todavía no toca? ¿Si no le digo nada, pensará que no me interesa? En fin, un tortuoso dilema para muchas parejas.
Por otro lado, para las parejas ya establecidas no es nada fácil acertar: uno de los dos ha buscado con ilusión el regalo, mientras que el otro puede haberlo olvidado. No obstante, esto no tiene por qué corresponder con la intensidad de los sentimientos. Hay gente muy preocupada por la apariencia, por guardar las formas, por cuidad cada detalle. También hay quienes pasan de esas historias, pero que son excelentes amantes y personas muy leales. No hay que sacar las cosas de quicio. La intensidad de cómo se vive San Valentín no tiene que ser la medida del amor.
Cada uno tenemos una forma de amar y un lenguaje propios. No podemos esperar que todo el mundo los comprenda. Puede que deseemos un San Valentín con flores, una cena romántica y que nuestra pareja advine lo que queremos. Porque si se lo contamos, entonces ya no tendría gracia ¡Vaya fantasía!
Pensamientos irracionales como éste son más frecuentes de lo que imaginamos y generan mucho malestar e inseguridad. Por eso siempre recomendamos que, además de aprender a expresar nuestros deseos y de cómo nos gusta que nos enamoren, hay que saber identificar y valorar las muestras de afecto que nos ofrecen ¿Qué hace él o ella por hacer mi vida más agradable? ¿Qué le gustaría que hiciera yo?
Y si después de San Valentín llegan las odiosas comparaciones —si al charlar con gente conocida te cuenta todas las maravillas que ha hecho y los caros regalos recibidos…—, no hay necesidad de sentirse fuera de lugar ante tanto alarde de romántica publicidad. Que el día de San Valentín no te pase factura.

12 febrero 2007

San Valentín, IV parte

Mucho se ha hablado de estos días acerca de la festividad del San Valentín pero nos hemos olvidado de sus orígenes. Hay varias teorías con respecto al origen de esta celebración. Según una leyenda, todo empezó durante el reinado del emperador romano Claudio II −Claudio El Cruel-, quien había prohibido la celebración de matrimonios. No obstante, un cura, llamado Valentín, desobedeció tal orden y fue sorprendido casando a una pareja de enamorados. Ellos consiguieron escapar, pero él fue llevado a prisión y ahí se enamoró de la hija de uno de los guardias −una joven que le visitaba a menudo−. Al parecer, mucha gente se acercaba a dejarle flores y ofrendas. Antes de ser ejecutado −un 14 de febrero−, él escribió una carta para su amada, y la firmó poniendo: "Con amor, de tu Valentín".
Aunque la leyenda es poco clara, la historia ciertamente destaca el atractivo del personaje: un hombre solidario, heroico y sobre todo romántico. No es de sorprender que en la Edad Media, San Valentín fuera uno de los santos más populares en Francia y el Reino Unido.
La tradición de mandar tarjetas de felicitación, poemas, flores y todo tipo de regalos en esa fecha data del siglo XVII en el Reino Unido. Al principio esto ocurría sólo entre amigos y era una rara ocasión para que los británicos expresaran sus emociones −en una época en la que los sentimientos estaban censurados−. La tarjeta de San Valentín más antigua que se conoce está expuesta en el Museo Británico de Londres.
Desde entonces, la celebración ha ido cambiando hasta convertirse en el día de los enamorados y se ha extendido a distintos países del mundo. Para muchas personas, como he podido comprobar a través de los comentarios de días anteriores, esta fiesta no tiene ningún sentido y no es más que una artimaña más para fomentar el consumo.
Podría considerarse como una oportunidad para brindar por el amor y por uno/a mismo/a. No resulta necesario hacer regalos o mandar tarjetas tan sólo porque es lo que toca. Basta con aprovechar la ocasión para demostrar nuestro amor a quienes queremos.
Si tienes pareja, seguramente ella −o él− agradecerá una muestra de cariño. Y si no quieres sumarte al consumismo desaforado y a la obligación de este día, no por eso pierdas la oportunidad de una cita romántica: negocia con tu pareja cuando queréis celebrarlo, busca un día de encuentro. Recuerda que romper la rutina es el mejor afrodisíaco.
Después de todo, esto es lo que puede hacer que cada día sea especial en tu vida y que el amor crezca. Entonces, ¿cómo piensas celebrarlo y cómo te gustaría celebrarlo? Y si no te gusta, no tienes que celebrarlo. Que no te coman el coco. Tú puedes elegir.

11 febrero 2007

San Valentín, III parte

¿Amor o Comercio? Se acerca el 14 de febrero y otra vez los corazones inundan los escaparates de todo el mundo. Lo que para unos es el día más romántico del año, para otros es una cursilería o una excusa para exprimir el bolsillo de los enamorados.
Flores, bombones y cenas románticas con velas son algunos de los regalos más populares en el día de San Valentín, el cumpleaños oficial del amor.
Los programas de televisión y los anuncios publicitarios se encargan cada año de recordarnos la fecha e incluso de proponer presentes originales y sugerir formas románticas de "avivar" las relaciones amorosas.
Muchos precisamente critican el desempeño con que la industria empresarial, en el nombre del amor, "impone" la celebración de este día.
Hace unos años, pude leer en un diario indio, el Times de Bombay, que resumió la fiebre de San Valentín con el siguiente titular: "Remember, Cupid rhymes with stupid" (Recuerden, Cupido rima con estúpido).
Tengo muy claro que San Valentín es una fecha mas del calendario, que opto por amar más a mi pareja los 364 días del año, aunque el señalado día tenga que celebrarlo de vez en cuando como todos, que luego viene los piques...
Para finalizar y agradeciendo vuestra colaboración con los comentarios, dejaré algunas preguntas abiertas; ¿qué opináis de la comercialización del día? ¿Creéis que el amor merece un día oficial de reconocimiento? ¿Es el día de los enamorados una mera explotación comercial? ¿participas en esta celebración? ¿Por qué? ...

10 febrero 2007

San Valentín, II parte

Después de recibir una oleada de comentarios de lo mas diversos, me veo obligado a continuar con el tema y es que he de matizar determinados conceptos aunque con ello me lleve alguna que otra crítica, pero es lo que pienso ahora y al fin al cabo es una opinión más.
Amar es muy distinto a estar enamorado. El amor y el enamoramiento son sentimientos casi opuestos en algunos sentidos. Amas a quien conoces y te enamoras de quien aún es un desconocido. El enamoramiento es emoción pasional, mientras que el amor es sentimiento apacible. El enamoramiento tiene mucho de virtual, el amor es mucho más real. El enamoramiento es efímero, transitorio, mientras que el amor tiende a ser duradero y estable. El amor tiene vocación de eterno, el enamoramiento se cree eterno mientras dura.
Siento decirlo tan crudamente, pero el enamoramiento tiene algo de no fiable, de engañoso; mientras que el amor es pura verdad. El enamoramiento se parece a los fuegos artificiales, explosivos, espectaculares, estruendosos y brillantes. El amor es, sin embargo, como una noche estrellada: silenciosa y serena.
El enamoramiento suele ser la primera etapa en la relación de pareja, y sólo a veces se pasa a la segunda fase. Hay personas que se enamoran fácilmente, pero nunca llegan a amar. Como el enamoramiento es siempre transitorio, van pasando de una relación a otra, van de enamoramiento en enamoramiento. Como en aquella canción que decía algo así como si me enamoro, me desenamoraré para tener la alegría de enamorarme otra vez. Quien así habla está fascinado por los fuegos artificiales, que sin duda son maravillosos, pero no ha sido capaz aún de descubrir la belleza de una noche estrellada de luna nueva.
Para amar hay que salir de uno mismo, conocer y querer a un otro real, cargado de virtudes y de defectos. Para estar enamorado no es necesario todo eso, es mucho más fácil, ni siquiera hay que salir del yo.

08 febrero 2007

Especial San Valentín - I parte

El enamoramiento es un estado psicótico transitorio. Es una locura afortunadamente pasajera. La persona que ha caído en estado de enamoramiento se sale de la realidad compartida para entrar en un mundo propio. Parece que vive en otro planeta, se siente ingrávida como una pompa de jabón. Dentro, en el pecho, vuelan mariposas. Hay un estado de inquietud, de zozobra cuando no se está con la persona amada. Mientras que todo es completud y nada falta si los enamorados están juntos.

Pero el enamoramiento no es real, es sólo virtual. Te enamoras de alguien a quien aún no conoces y pones en ese alguien todo tipo de virtudes y perfecciones. Te montas la película que más te gusta. Los mecanismos psicológicos que se ponen en juego se llaman 'Proyección' e 'Idealización'. Es como el cine, la persona amada es la pantalla sobre la que proyecto todos mis ideales. Me enamoro de mi ideal, de algo mío, de algo que sigue siendo 'yo'.
El tiempo acaba con el enamoramiento si los enamorados están juntos y se van conociendo. Puedo idealizar a quien no conozco apenas, pero a quien ya conozco puedo admirarle, quererle, valorarle; o por el contrario despreciarle, rechazarle e incluso odiarle. De una u otra manera, el conocimiento destruye el espejismo. Lo que parecía eterno se descubre como efímero. El enamoramiento da paso en la mayoría de las ocasiones al desamor, que puede tomar muchas formas. Afortunadamente, en algunas ocasiones, cuando acaba el enamoramiento comienza el amor. Solo se puede amar aquello que se conoce y se quiere. En el amor hay menos emoción y menos pasión que en el enamoramiento, pero es más estable, más real, más verdad.
Por todo lo antedicho soy partidario de los noviazgos largos, lo suficientemente largos como para dar tiempo a que se pase la locura. En definitiva, y aunque te parezca paradójico, nunca te cases enamorado.

03 febrero 2007

La Bulímia, la ansiedad por comer

Las llamadas bulimias son una auténtica pesadilla para muchas personas. Aparece de pronto un deseo irrefrenable por comer, que va aumentando progresivamente y ocupando todo el psiquismo, no cede y sólo se acaba con el atracón. Los atracones suelen ser de cosas dulces o de hidratos de carbono y aunque pueden ocurrir a cualquier hora, son más frecuentes por la noche.
Es importante reconocer qué es lo que pone en marcha esta conducta impulsiva por la comida. A veces es el resultado de llevar muchas horas sin ingerir alimento alguno, porque uno anda empeñado en llevar a cabo un régimen espartano de pérdida de peso: no se desayuna, apenas si se almuerza, nada de meriendas y cuando llega la noche la glucemia (el nivel de glucosa en sangre) está por los suelos lo que despierta un hambre voraz que arrasa con el frigorífico, el chocolate y la caja de galletas.
Otras veces es una frustración, el aburrimiento o la ansiedad lo que inicia el proceso. Puede parecer extraño pero cuando eso ocurre estamos repitiendo la pauta de conducta más antigua que cualquiera de nosotros hemos experimentado, pero que se nos olvidó y quedó en el inconsciente. La primera experiencia que uno tiene cuando viene al mundo es salir por un sitio muy estrecho, toparse con un foco de luz cegadora y romper en un llanto, con o sin azote previo. Tras esa primera frustración, tras esa primera angustia, llega siempre el pecho al que el bebé se abraza y del que mama, así acaba el llanto y vuelve la calma. Durante los primeros dos años, al menos, de nuestra vida la oralidad en forma de pecho, de biberón o de chupete será nuestro remedio a la angustia o a cualquier forma de frustración.
Para evitar el atracón es bueno de entrada comer al menos cinco veces al día y en pequeñas cantidades; detectar y enfrentar lo que nos angustia, mirarlo cara a cara, dejarnos sentirlo para intentar resolverlo o asumirlo; y, por si acaso, conviene tener el frigorífico repleto de fruta fresca y el armario vacío de galletas y chocolate. ¡Ah! se me olvidaba, y saber que la oralidad no es la única forma de calmar la ansiedad.

"Hay que desayunar como un Rey, almorzar como un Príncipe y cenar como un Vagabundo"