05 octubre 2007

Trastorno Disociativo

En alguna ocasión os he hablado algo en el blog de los llamados mecanismos de defensa del yo. Son estrategias psicológicas puestas en marcha inconscientemente para hacer frente a un conflicto intrapsíquico. Vimos como en la proyección algo negativo, presente en el psiquismo pero intolerable para el yo, no es reconocido como propio y es proyectado fuera. La disociación es otro mecanismo de defensa del yo, mediante el cual los aspectos de la personalidad que resultan insoportables, son rechazados y colocados en compartimentos estancos del psiquismo, favoreciéndose así la división interna. Vivir así, de manera disociada es vivir dividida, escindidos, lo opuesto a unificado.

En la disociación hay grados. El caso extremo es el de la personalidad doble o múltiple que tanto hemos visto en las películas. (Ej. Identidad). Disociación extrema había entre el doctor Jekill, un médico entusiasmado con la investigación y mister Hyde, un psicópata asesino. En la doble personalidad los compartimentos son tan estancos que la personalidad primaria, doctor Jekill en nuestro ejemplo, desconoce por completo la existencia y las actividades de la personalidad secundaria, mister Hyde. Hay barreras amnésticas entre las personalidades disociadas. Estos casos tan frecuentes en el cine, son extraordinariamente raros en la realidad. Yo he visto sólo un caso. Pero sí son frecuentes grados de disociación menores.

Los hay que viven una doble vida, la oficial que es convencional, adecuada al sistema y la otra, la paralela, que es muy opuesta a la primera y en la que se lleva a cabo todo aquello que conflictúa y se mantiene reprimido. Resulta a veces sorprendente, casi increíble, que esas personas pasen de una faceta a otra sin resistencia alguna, sin lucha interna, sin reflexión, actuando en una u otra con normalidad, como si nada pasase. Pero pasa y llega un día en el que el mecanismo deja de funcionar y se enfrentan a un espejo que no se puede esquivar y que devuelve una imagen grotesca de verdadera falsedad.

Lo negativo es también parte de nosotros mismos. Si uno lo niega una y otra vez, lo reprime, lo trata como si fuera un monstruo y lo mete en el desván, acabará saliendo de alguna manera. Lo que conviene es ser consciente de todo lo nuestro, también de lo feo, reconocerlo e integrarlo: sé tú mismo, no importa lo que seas. Pero además podemos y debemos intentar limarlo, suavizarlo, modificarlo: Ser siempre el mismo, pero nunca lo mismo.